“Enterrar a los muertos es la línea que separa la bestialidad de la humanidad”

Bernardo Atxaga diserta sobre la memoria junto a familiares de tres maestros alaveses que fueron asesinados por el franquismo y tirados en una fosa, suceso que recogió en ‘El hijo del acordeonista’.
Analiza el enfrentamiento entre intelectuales de uno y otro bando para hacer valer su versión con textos escritos por el lado republicano que la historia olvidó tras su derrota.

 El escritor vasco advierte de que todavía hoy “hay que estar siempre en guardia” para hacer valer la “verdad histórica”. Corría el 9 de agosto de 1936, las tropas de Franco acababan de entrar en Araba a las órdenes del general Mola. Partiendo de la denuncia del párroco de Salvatierra, los requetés arrestaron a Mauricio Rodríguez, maestro del pueblo alavés de Gordoa, Bernardo Domingo, maestro de Galarreta y Miguel Gil, maestro de Zalduendo. Sin juicio previo y con la única acusación de ser ‘unos rojos’, los tres fueron fusilados y sus cuerpos echados en la fosa común de Otxoportillo en la vecina sierra de Urbasa donde yacen todavía a día de hoy.

 Bernardo Atxaga recogió este suceso en su novela de 2003 ‘El hijo del acordeonista’ partiendo de las memorias de Pedro Salinas, testigo de excepción y superviviente de los asesinatos.
Este miércoles el escritor vasco ha ofrecido una conferencia sobre memoria histórica, él prefiere usar el término “verdad histórica”, en Bilbao acompañado del historiador Mauricio Rodríguez-Gastaminza, nieto de Mauricio Rodríguez, y del actor Josean de Miguel, nieto de Bernardo Domingo. La ponencia fue parte de las actividades relacionadas con la exposición 'Navarra, 1936' que se ha podido visitar durante los últimos días en el Bizkaia Aretoa de la UPV/EHU.

 En la misma, Atxaga defendió que en el trato que se da a los caídos reside la diferencia entre la civilización y la barbarie. “Enterrar a los muertos es la línea que separa la bestialidad de la humanidad”, resumió el autor de ‘Obabakoak’ en un momento de su intervención.

 El escritor vasco comenzó leyendo el canto 23 de la Ilíada de Homero en el que Aquiles llora la muerte de su amigo Patroclo. Según Atxaga, dicho texto “establece perfectamente las 3 líneas maestras que giran en torno a una muerte violenta”: la cercanía al difunto, la honra en su funeral y el recuerdo de una vida ejemplar. Llegó a hacer referencia incluso al ‘ Poema de Gilgamesh’, considerada la narración escrita más antigua de la historia, para recordar que uno de sus temas principales “es el llanto por alguien cercano”.

 “Los muertos de Otxoportillo carecieron de aquello que han querido los humanos desde el principio de los tiempos”, aseveró el literato.
Tras establecer la piedra angular de su tesis, Atxaga pasó a analizar la “batalla ideológica” por establecer la verdad histórica de la guerra civil. Recordó a través de los textos de Yvonne Cloud y Luis Cernuda los testimonios de los niños huidos de Euskadi en plena guerra civil para retratar cómo algunos intelectuales de la época también intentaron contar su historia.

 Habló también del párroco de Gernika, que se dedicó a viajar por Europa para extender el conocimiento de la masacre ocurrida en su pueblo y romper la imagen de ‘Santa cruzada’ que pretendía arrojar la sublevación fascista.   

Manifiesto Apoyo Expo Navarra Nafarroa 1936

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